Portear para mi fue un regalo, aún lo hago con mis dos hijos. Es la manera más práctica de poder hacer todo lo que necesito estando con mi bebé junto a mi. Puedo cocinar, puedo hacer aeróbicos o rumba, puedo peinarme, puedo organizar la casa, lavar, caminar, moverme con las manos libres… puedo hacer todo.
Lo usé durante la llamada la hora gris y era lo único que calmaba a mis dos hijos, el porteo me regaló la tranquilidad de salir con los bebés muy pequeños porque dentro del fular nadie podía tocarlos en la calle, estaban seguros ahí pegados de mi pecho. Yo hacía todo con el fular, incluso los alimentaba… Portear es un gran regalo para la pareja… el porteador y quien portea.